sábado, 5 de mayo de 2018

Aurresku de Honor


Dorsal en el pecho, silencio, nervios, suena el Aurresku.

Hace unos días, subí por cuarta vez a Euskal Herria para participar en una ultra por montaña. En esta ocasión tocaba Navarra. La Nafarroa Xtrem es una prueba de 68 kilómetros, con 4000 metros de desnivel positivo acumulado, y sus correspondientes 4000 negativos.
Siempre digo que el desnivel positivo cansa, y el negativo duele, y si vas a correr al País Vasco no tendrás duda de ello.
Señoras y señores, olviden las zetas, aquí se sube y se baja por derecho. No busquen senderos zigzagueantes para subir a una cima (o bajar de ella), no los hay...........o los esconden el día previo a la carrera.

Hace ahora diez años de mi primera prueba en esas lejanas tierras: Hiru Haundiak 2008. Lejanas por que, para uno que vive viendo por la ventana el Peñón de Gibraltar, cruzar la península de cabo a rabo, supone una jornada de ida y una de vuelta.
Aquella noche, a las 00:00h, se salía desde Zalduondo hacia la cima del Aizkorri, mil metros de desnivel positivo para ir abriendo boca. Atravesamos un bosque en continua pendiente, envueltos en la niebla, sorteando raíces y resbalando con el barro.
Tras dejar el bosque, llegó la roca, y a medida que ascendías se escuchaban cencerros y gritos de ánimo de los voluntarios, y de gente que había subido a la cima tan solo a animar. Aquello fue un flechazo, un momento difícil de olvidar.
Unas horas más tarde, ya de día, subía trepando a la cima del Anboto, y de aquel flechazo surgió el amor.

Bosques, caseríos, hierba, gentes, montes, barro, esencia.



Aurresku de honor en Beasain. De nuevo silencio, nervios, estás y no estás allí. De reojo miras la cruz de esa cima a la que en breves momentos te vas a dirigir, así, a lo bestia, un segundo plato sin pasar por los entrantes, ni por el primero.
Escuchas el txistu, aplausos, y arranca Ehunmilak 2011.
Madrugada de subidas que te sacan el resuello y bajadas que sobrecargan la musculatura.
Grupitos de gente, esparcidos por los montes, que en la oscuridad te gritan mensajes de ánimo tan curiosos como: ¡¡¡ Aupa Cadizzzz, me cago en dios y en los curas pequeños !!!
No puedes comerte al oso, y el oso te come a ti. Abandono en Tolosa, tras 80 kilómetros. Las piernas maltrechas, pero el amor reforzado.




Dos años más tarde, vuelvo a presenciar el Aurresku en Beasain. Esta vez el calor y las tormentas quieren ser protagonistas. De nuevo sus gentes, su aliento, su amor a la montaña, te dejan prendado. De nuevo sus subidas inclementes y sus dolorosas bajadas.
En Amezketa, a los pies del Txindoki, la carrera queda neutralizada por tormenta eléctrica, y tras 98 kilómetros, nos devuelven al pueblo desolados.
A la mañana siguiente, un Aurresku suena en nuestro interior, y decidimos subir al Txindoki por nuestra cuenta........como si los 98 kilómetros del día anterior no hubiesen sido suficientes.



 28 de Abril de 2018, Zubiri.  Tras un nuevo Aurresku, subimos hacía la cima del Adi. Bajo un cielo gris, y una espesa niebla, atravesamos un denso bosque, húmedo, embarrado, de un color verde que hasta podría dañar la vista. De nuevo enamorados, pensando que han merecido la pena los 1000 kilómetros de viaje de ida (y los que quedan de vuelta) para recorrer estos 68.
Los primeros mil positivos no se hacen notar, son muy llevaderos, incluso se camuflan con la belleza de los parajes que atravesamos. El cielo amenaza lluvia, e incluso suenan truenos, pero de momento aguanta. Tan solo el viento nos castiga un poco en las zonas altas.
Hasta el avituallamiento de Artesiaga, la prueba despista un poco, pero desde aquí puedes contemplar la pared que te espera hasta la cima de Saioa. Ahora es cuando cobra sentido la palabra "Xtrem" que acompaña a Nafarroa; ahora es cuando sabes que has venido a correr al País Vasco.

Toca tirar de cojones y de bastones. 



Subir, bajar y volver a subir, esta vez al Zuriain. Desde aquí, una larguísima bajada nos lleva al avituallamiento de Aritzu, al que llego arrastrando el alma, con las baterías agotadas. Por suerte, este es el avituallamiento fuerte, con sopa  y pasta. Así que nos sentamos tranquilamente a comernos unos macarrones y un par de cocacolas. 
Lo ideal hubiese sido reposar la comida, pero por contra, según sueltas el tenedor, tienes que agarrar los bastones y "escalar" el paredón que sube hasta Artzeki. Lo sufro más de lo acostumbrado, ya que no me ha dado tiempo a notar el efecto recuperador de la comida. Esto no es nada nuevo, ni lo de los paredones de las tierras vascas, ni lo de los bajones físicos en las carreras por montaña. Sabes que te vas a recuperar, siempre lo haces, y sabes que tras la pared llega el precipicio de bajada.....largo, empinado, escalonado, castigador..........cagoentó!!!



Al final resucitas, vuelves a ser capaz de sonreír, de charlar con los voluntarios, de cascarte otras dos o tres subidas para nacidos "en el centro de Bilbao", y de bajar por un par de despeñaderos hasta cruzar la meta en Zubiri.

Siempre compensa subir a estas tierras. Siempre es un honor presenciar un Aurresku y sentite un poquito de allí, aunque sea por unas horas. No dejéis pasar la oportunidad de subir a correr por los montes vascos, no os arrepentireis.