miércoles, 14 de enero de 2015

El sueño de una noche de verano



Todo era ponerse. Había que buscar alternativas, aunque fueran sucedáneos de un entrenamiento real.
Al fin y al cabo, si te van a dar de hostias, es bueno saber lo que duelen, y como darlas, por si puedes soltar una.

Yo sabía lo que dolían, y como darlas, pero necesitaba tiempo para entrenarlas.
De momento, y con el plan que tenía en casa, aquello olía a paliza que te cagas...

Estaba inscrito a esas 100 millas. Hoy por hoy, ya había superado lo peor, la ansiedad de la inscripción. Pero para mi, empezaba el problema de verdad: cuando y como entrenar.
Por aquel entonces, sabía a que hora entraba al trabajo, pero no tenía seguridad de a que hora saldría. Cada tres semanas tenía reten, 24 horas al día, siete días a la semana. Mi mujer tenía una semana de turno de mañana, en la cual yo podía salir a entrenar, y otra de turno de tarde, en la que yo debía cuidar de mi hijo de seis años.
Así que, la semana que podía salir a entrenar, coincidía a veces con mi reten de 24 horas, o con unas semana de trabajo a doce horas.....con lo cual pasaba la semana sin haber podido correr ni un solo kilómetro.

Veía pasar los días con frustración. La gente estaba entrenando a conciencia, hartándose de monte y de kilómetros.....y yo, para cuando lograba salir  unas horas, acababa con unas agujetas tan terribles, que me pasaba otros cuantos días de parón.....perdiendo así esos días de mi semana buena.

Desesperado, decidí comprar una máquina elíptica, que me permitiera romper a sudar mientras cuidaba de mi hijo en casa.
Y la segunda medida desesperada fue, comenzar a salir a correr a las 5:00h de la madrugada.

En aquella máquina demoníaca eché hasta la primera papilla. Tenía que poner toallas por el suelo para que cayera el sudor.
Me ponía el pulsómetro, para forzarme a no bajar del umbral, y subía las marchas de intensidad, simulando subidas a collados, con los cuadriceps totalmente cargados.....y las plantas de los pies dormidas

Me di cuenta que ,cuando lograba salir con los demás a entrenar, en las subidas caminando, no solo no me quedaba atrás , sino que me podía poner a tirar...

La otra cara de la moneda era salir a correr a las 5 de la madrugada.
Me vestía en cinco minutos, y salía a la calle aletargado, en estado de shock, apenas despierto.....y corría durante una hora y cuarto, bajo la lluvia, o un fuerte viento de levante, con las olas salpicándome la cara al pasar junto a los malecones.
Llegaba a casa empapado, me metía en la ducha, y luego conducía mientras  desayunaba algo camino al trabajo. A las 7:30h encendía el ordenador para empezar a currar.

Recuerdo una de esas madrugadas, corriendo contra el viento y la lluvia horizontal, a una chica en la acera contraria, empapada, camino a su trabajo, que me gritó algo. Con el ruido del viento en los oídos no lograba entenderla, y le hice un gesto con la mano en la oreja para que gritara mas fuerte......y entonces si que la pude escuchar: - ¡¡ ....que menudo par de huevos tienes !!

Me crucé mas madrugadas con aquella chica, en similares circunstancias, y ella solía gritarme: - oye tío, eres mi puto ídolo !!!   y se reía...., y yo le contestaba : - ¡¡queee vaaaa, es que de pequeño me dieron una pedrada !!

Para mi, ella si tenía un gran valor, y si ,era una heroina. Se  tiraba a la calle de madrugada, camino al trabajo, bajo la tormenta, y valoraba lo que yo hacía.....que no era mas que parte de mi ocio, era mi opción, pero ella no podía elegir.



Semana si, semana no, me subía en aquel aparato de tortura, me ponía algún documental en el ordenador portátil, y me machacaba en la jodida elíptica, hasta tal punto que, al bajar de la máquina, las piernas caminaban solas por la casa, sobrecargadas...

Llegó el verano, y sus 24 grados a las 5 de la madrugada, que no es una temperatura fresca para correr, pero que sirve de consuelo para el que no puede correr con la luz del día.
En esas noches, me surgían acompañantes extraños. Desde un anciano con su motocicleta, aburrido porque no podía dormir, que me acompañaba a corta distancia, y me interrogaba sobre mis motivos para correr a esas horas, y mis objetivos; hasta chavales borrachos que salían de las carpas, de pasar la noche de fiesta, y que se empeñaban en correr a mi lado......a lo sumo un par de minutos, para acabar vomitando.
Luego estaban los fijos, los taxistas de la parada, que me animaban siempre al pasar, y alababan mi fuerza de voluntad, y la Policía Nacional y la Guardia Civil, que se acercaban para comprobar qué era aquello que corría en la oscuridad cerca de la playa.....y que siempre me saludaban educadamente.

Dentro de mis posibilidades, conseguía entrenar los viernes por la noche en el monte con mis compañeros. Pero la mayoría de veces, me tenía que conformar con arriesgadas tiradas por asfalto, y digo arriesgadas porque estaba de reten, y me podían llamar para trabajar en cualquier momento, con tan solo 45 minutos de margen para presentarme en fábrica,  desde que sonaba el "busca".

Recuerdo un Sábado,por la mañana temprano, que decidí arriesgarme una vez mas y correr unas cuatro horas. Salí de casa en dirección Sotogrande, con el Camelback lleno y unos geles, con la intención de ,cuando llevara dos horas, darme la vuelta de regreso.
El caso es que, cuando llevaba una hora y cuarentaicinco minutos, sonó aquel maldito aparato con el mensaje "acuda a fábrica". ¡¡ Estaba jodido!! jamas llegaría en esos 45 minutos de margen. Había tardado mas del doble en llegar hasta ese punto, y debía, no solo llegar a casa, sino una vez allí ,conducir hasta la refinería.
Decidí probar suerte, y dejarme el alma en llagar a casa de mis padres, a unos 25 minutos de donde me encontraba, y si con suerte se encontraba mi padre allí, pedirle que me acercara a mi casa, para poder cambiarme y coger mi coche.

Apretando los dientes, llegué a casa de mis padres con la cara desencajada.....y con un claro golpe de suerte, mi padre se encontraba allí, y me llevó a casa.
No tuve tiempo siquiera de ducharme. Llegué a la fábrica empapado en sudor, porque con tal estrés, no había parado aun de sudar, y me pasé el resto del día con la ropa pegada al cuerpo.

Solía llevar ropa de correr y unas zapatillas siempre en el maletero, de manera que, si tenía la suerte de salir un día a las cuatro de la tarde del trabajo, no me lo pensaba dos veces y me iba a correr a la sierra o al pinar......sin comer, ya que mi jornada era seguida, sin hora de comida.
Así que, en un par de ocasiones, ese golpe de suerte decidió abandonarme sobre la marcha, en el punto del pinar mas alejado de donde estaba aparcado mi coche, y hacerse oir con un desagradable "acuda a fábrica" desde el fondo de mi riñonera portabidón.
Ya no se trataba solo de tener que correr con un ritmo agónico hasta el coche, y conducir a toda prisa hasta la refinería.....sino que llegaba cansado, sudado, y sin haber comido nada desde la hora del desayuno, a lo sumo una naranja o un plátano al mediodía.

Al final, con tanto susto, retomaba las salidas para correr de las 5 de la madrugada.
Había noches de verano, que el calor era tal, que me pasaba las horas sin pegar ojo, pasando de la cama al sofá del salón, o incluso tirándome al suelo, buscando un poco de fresco que me permitiera dormir.....y llegaba la hora de salir a correr, sin haber dormido nada en toda la noche.



Aquella racha pasó, conseguí dejar los retenes, mi hijo creció, y a día de hoy, entrenar es mucho mas fácil que en aquella época.
La máquina elíptica la utilizo de perchero para la ropa....salvo alguna vez, de año en año, que la he usado para evitar el dolor por impacto en alguna zona del tren inferior.

Ahora valoro mucho el tiempo libre, y odio las "horas muertas", porque van en contra de la vida. El tiempo pasa sin mas, se escapa y no vuelve.
En lo que va a ser tu próxima "hora muerta", puedes aprender a salvar una vida, a hacer croquetas de pollo, a plancharte los vaqueros, tocar un acorde, encontrar el punto "G", decir "buenos días" en alemán.....o incluso salir a correr....pero no dejes que esa "hora muerta" se haga realidad, porque habrás vaciado un tarro que no podrás volver a llenar.

Por cierto, acabé esas 100 millas.....por si alguno se quedaba con la duda....

8 comentarios:

Manu dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manu dijo...

Soy muy pesado con este tema, pero Ortega y Gasset distinguía el matiz que hay en nuestra lengua entre "hacer tiempo" y "perder tiempo". Si estoy leyendo en la parada del autobús un libro interesante que me está enriqueciendo, o repasando unos apuntes para un examen, no estoy perdiendo tiempo. Estoy "haciéndolo". Haciéndolo para mi. Es un tiempo que he ganado.

Recuerdo una temporada que estaba trabajando a 80 kilómetros de mi casa y tenía que "perder" dos horas diarias en el coche sin posibilidad, ni tan siquiera, de ir leyendo como en el metro (me saqué buena parte de la carrera de filosofía en en metro, leyendo Aristóteles o Kant). En seguida me bajé y grabé en cds un montón de obras de teatro clásicas y de programas de divulgación sobre historia (La Rosa de los Vientos). Así estas dos horas diarias se convirtieron en tiempo ganado en vez de perdido.

Y ahora para volver del trabajo, normalmente dos o tres días por semana, en vez de invertir los 50 minutos que me suponen pillar dos lineas de metro para cruzar Madrid, lo cruzo con la mochila a la espalda y, aunque tardaría lo mismo que en transporte público si fuese directo, alargo la vuelta pasando por la Casa de Campo para completar hora y media que prácticamente meto en la jornada laboral para "hacer tiempo".

Me siento muy identificado con tu relato porque con el tiempo siento lo mismo: que hay que aprovechar cada minuto de la vida para hacer algo que merezca la pena. Las pasadas fiestas perdí un día libre viendo la televisión y aún me siento culpable por el desperdicio.

Mis felicitaciones, una vez más, por tu blog.

Unknown dijo...

Estoy convencido de que nadie perderá el tiempo leyendo esto que has escrito Ivan.Me encanta men.
Un abrazo maquina.

manuel coronado gil dijo...

Excelente, como siempre tus reflexiones en especial para la gente que se dedica a la gran distancia pero me quedo con tu reflexión sobre la hora muerta, siempre la he visto así pero nunca la habría descrito de esa manera y con tu permiso comparto.
Un abrazo

HomoCapra dijo...

Leo todas las entradas de tu blog desde hace unos dos años y nunca me he atrevido a escribir, pero esta entrada bien merece un comentario, sabiendo que el tiempo que empleo en él está totalmente aprovechado y merecido.

Creo que hasta que no llega el momento en que dices no tengo ni un minuto para poder salir a correr no te das cuenta de cuánto vale cada segundo del que disponemos, ahora mismo me siento totalmente identificado con esta entrada. Por suerte el tiempo es limitado de lo contrario creo que nos pasaríamos toda la vida en un estado de letargia posados sobre el sofá esperando un final que nunca llega.

Gracias por cada minuto que empleas escribiendo en este blog.

Livan dijo...

Gracias vosotros. El blog solo tiene sentido si alguien lo lee, y vuestros comentarios dan fe de que merece la pena escribir en el.

Un abrazo a todos.

Suso dijo...

Gracias, Livan, por recordarme que aún estoy a tiempo de no perder más tiempo.

Suso dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.