Esta reflexión la copio de ANIMAL TRAIL habla de Francisco Contreras, todo un ejemplo para los que nos gusta el ultrafondo, sirva esto para demostrarle nuestro cariño y admiración.
De Messis y Cristianos.
escrito por Miguel López Munuera
El pasado Domingo de Ramos, iniciando mi Semana Santa particular, conocí a un crack y, seguro, a una víctima del consumo y la publicidad que a todos nos envuelve.
Estaba exhausto, también satisfecho y por zonas dolorido, pero sin duda ilusionado tras terminar una de tantas carreras de montaña que hay por nuestros preciosos, y desconocidos por muchos, parajes naturales. Iba muy bien preparado, un plan de entrenamiento de 40 semanas seguido con precisión suiza, muchas horas de esfuerzo solitario en el gimnasio, las mejores zapatillas de trail running con Gore-Tex por si la metereología cambiaba y se equivocaba la previsión, con la naturaleza no se juega claro está, gafas de sol con filtros homologados, gorra ultra ligera y ropa transpirable dry fit, reloj GPS con el track de la prueba y cargados mapas de la zona, medias de compresión que, sin duda, mejoran la circulación y evitan que tenga sobrecargas en mi potente tren inferior, ampollas de glucosa para evitar desvanecimientos, una cada 10 km no más, nunca se deben olvidar las sales minerales, imprescindible, en fin, todo perfectamente planificado, o eso creo, según los cánones y consejos establecidos por los expertos en la materia para correr una mañana por el monte o, tal vez, irte seis meses a la guerra.
Tras pasar por meta y ver mi tiempo en el videomarcador, comencé con mi ritual de siempre, hidratación al máximo, estiramientos suaves y bien definidos, 30 segundos cada pierna, me bajé, ¡qué alivio! las calcetas de compresión, revisé el track en el GPS, 25 km con 1100 metros de desnivel positivo… uff ¡qué paliza!, comparé los tramos y tiempos por vuelta, desmenucé mi gráfico con las pulsaciones, entregué el chip… todo correcto.
Un reto más completado dijo una vocecilla en mi interior… De repente, mi rutina cambió, algo no estaba en el guión preestablecido, empecé a escuchar un leve murmullo que iba poco a poco in crescendo entre los espectadores. Al principio no le dí importancia y seguí con mi hoja de ruta, ahora me tocaba masaje en las piernas con un gel relajante y vasodilatador, hasta que el speaker de la prueba exclamó: ‘¡Paco está a punto de llegar a meta!’. No lo entendía, yo había completado el exigente recorrido casi 20 minutos antes y no había levantado ninguna expectación, ni tan siquiera habían mencionado rápidamente mi nombre entre la indiferencia del respetable, nadie se había acercado a preguntarme ¿estás bien? ¿te ha gustado el recorrido?. Los asistentes seguían haciendo corrillos y murmuraban sin cesar… ¿Qué pasa? Seguía sin entender nada. Me acerqué a una chica de la organización y le pregunté ‘¿Quién es Paco?’ Me dijo: ‘el abuelo… también corre su hijo y nieta aunque van un poco más atrás… tres generaciones en la misma prueba’. Giré mi cabeza, tras quitarme el Camelbak de 2 litros de capacidad y 120 euros de coste, hay que reponer líquidos antes, durante y tras la carrera, y divisé la sombra, que se desplazaba cual galgo hambriento tras liebre, de un hombre de apariencia endeble, con la cara curtida por el sol y arrugas labradas por los años, guantes de camionero y mirada entrañable… no podía ser!.
Me vino a la memoria un flash de la salida, tres horas y cuarenta minutos antes, la imagen de un hombre mayor corriendo por mi siniestra. En ese instante pensé que era el típico gracioso del pueblo que hacía un sprint de 80 metros con nosotros, los profesionales, y se iba casi moribundo al bar de turno a recuperar el pulso y el resuello entre risas y finos manzanilla con sus paisanos. Insisto, no me lo podía creer, y, para más inri, ¡el dorsal qué lucía sobre su camisa de botones era negro! ¡Ese hombrecillo había corrido además 55 km el día anterior! Que no, que no, algo falla… ¡y más sin suelas EVA en las zapatillas! ¡Qué será de sus rodillas sin tan grata e indispensable amortiguación! Lo que daría por ver la cara de su cardiólogo cuando, tras la cita y espera en la Seguridad Social pertinente, le aconsejara de buena fe eso de ‘Usted debería salir a andar un ratico todos los días, sin prisas, siempre acompañado por algún familiar, ya que es muy recomendable para su salud’. La respuesta de Paco supongo que sería, ‘¿80 km piensa usted que estaría bien?’ Yo no soy de fotos, ni de ídolos, pero me acerqué para hacerme una instantánea con él, me lo pedía el cuerpo tanto o más que el gel de frutas hipercalórico y concentrado con cafeína y taurina que me tocaba ingerir para recuperar mi cansada musculatura tras el esfuerzo cometido. No creo que Paco venda las mismas camisetas que Messi, ni tenga las novias de Cristiano, ni millones de seguidores en el Twitter o en el Facebook, ni, seguro, su cuenta bancaria, pero sus ganas de vivir, para mí, constituyen un ejemplo para todos, sobre todo en estos días donde tenemos que agarrarnos a un clavo ardiendo día tras día para levantar cabeza. ¿Sabéis lo único que me dijo? ‘Cuando sea mayor me lo dejo, acabo de cumplir los 72…’
Hoy he descargado la foto de 14 megapixeles en mi portátil. Aparecen dos estampas, un producto de revista especializada y un crack de verdad. ¿Quién es quién? Me guardo la respuesta. Comentar que taché la inscripción de mi camiseta que decía ‘Soy un Animal’. Ahora luce ‘Soy un producto de marketing’.
Fdo: Miguel López Munuera
El atleta del que hablo en esta carta es D. Francisco Contreras Padilla. Quedó en el puesto 24 absoluto de la prueba ANIMAL-Ada ULTRA, completando los 80 km (55 + 25) en un tiempo de 13:15:36.
5 comentarios:
Yo coincidí con Paco Contreras hace 2 años en la "Cuerpo, alma y mente en Javalambre" (110 km, unos 6000 D+) y es una de las imágenes que tengo más grabadas. Realmente impresionante.
Pues si, Paco no deja a nadie indiferente.
Yo lo conocí en el año 2005, en las travesias de resistencia, y ya me llamaba la atención. Pero cuando lo flipé fué entrenando para el Ultra Trail Mont Blanc en el 2006. Fuimos todo el grupo a entrenar a la Sierra de las Nieves, incluidos Paco padre y Paco hijo, y nos pegamos una “pechá” de horas corriendo y subiendo y bajando montes. Pues el buen señor, cada vez que me paraba a sacarme una china de la zapatilla, o cualquier otra cosa, se paraba a esperarme y yo le decía: “no te preocupes Paco, sigue tu que ahora te alcanzo”, y unos cojones!! me daba las patadas en el culo y no había güevos de alcanzarlo.
Luego fuimos juntos al UTMB (2 veces), a la Hiru Haundiak, y a un monton de sitios mas, y cada vez que he oido a la gente murmurar “¿pero donde va este abuelo?”, no he dudado en advertirles que ese señor los podía dejar en ridiculo, e incluso algunas veces he preferido callar y que cada cual se pegue solito el testarazo.
Es un placer encontrarse a Paco en cualquier carrera, o cruzarte con el por la Sierra de las Nieves, pienso en la gente que con 25 años son unos viejos sin ganas de luchar en la vida, y me dan pena.
Admirable lo de este señor y una buena cura de humildad para todos nosotros que de vez en cuando, y no nos salvamos ninguno, juzgamos a los demás por la apariencias.
Lo de Paco Contreras, entre otras cosas confirma que lo que verdadermente importa es el indio y no las flechas.
Larga vida para este ejemplo.
Agustín
Bonita e interesante entrada, Livan. Creo que todos nos "reconocemos" más o menos en ese producto prefabricado, demos gracias al marketing.
Menos mal que en las carreras de montaña no está tan extendido "todavía", pero vamos por buen camino.....
Yo siempre que voy a una carrera me digo lo mismo "el más tonto hace relojes, asi que al loro..." y hasta ahora no me he equivocado mucho jeje.
Saludos.
DavidP
www.corrersinsentidoblogspot.com
DavidP, es una pena, pero tenemos "mas tonterias que un mueble-bar", y cada dia somos mas frikis a la hora de salir a correr. Me sigo quedando con aquella imagen de Marco Olmo entrando en Chamonix victorioso en el año 2006, con esa camiseta de algodon toda raida, esas zapatillas Mizuno de asfalto, esos calcetines blancos con una raya roja y otra azul (con mas años que Matusalén), ese pantaloncillo de atletismo, y la mochilita de Shin Chan, ¡ pa flipar !
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