sábado, 25 de febrero de 2012

Ellen MacArthur



Si, ya se que os parece raro, que aquí siempre se habla sobre "correr". Pero hay personas en el mundo que se merecen un espacio en este humilde blog, aunque no se dediquen a nuestro deporte.
He leido muchos libros sobre gente que ha pasado por situaciones extremas de soledad, agotamiento, hambre, calor, frío, sueño..........atravesando desiertos, montañas, recorriendo cientos de kilómetros a pie. Libros como "Las voces del desierto" (Marlo Morgan), "La increible caminata" (Slavomir Rawicz), "Los niños del invierno" (Gilbert Bordes) o "La larga marcha" (Stephen King). Siempre he admirado a la gente con el valor suficiente como para salir de casa y largarse con una mochila a recorrer el mundo en solitario. Gente que ha tenido un sueño desde pequeño y que se han lanzado a cumplirlo, a pesar de los pesares.
Pues Ellen MacArthur es una de esas personas, una mujer con el valor necesario para dar la vuelta al mundo en solitario dentro de un velero..........y batir el record. Pasar dias y dias sola, luchando contra las tormentas, olas enormes, la furia del viento, el sueño extremo (incluso dormir solo dos horas en tres días), bebiendo agua de mar desalinizada y comiendo liofilizados durante mas de dos meses. Una mujer "con mas cojones que las burras del Zabal", como decimos en mi pueblo.

Nació en Derbyshire, un pueblo en el centro de Inglaterra, en 1976. El agua, los viajes largos y la aventura, son su familia. Desde su primer contacto con el mar, después de un paseo en el barco de su tía, empezó a ahorrar durante años el dinero de su almuerzo para poder comprar su primer barco.
Ellen MacArthur tenía apenas cuatro años cuando sintió, por primera vez, la libertad. A bordo de Cabaret, el barco de su tía, y sin tierra a la vista, creyó que podría llegar a cualquier rincón del mundo.
Y lo logró. Esta británica se convirtió, a los 24 años, en la persona más joven y en la primera mujer en dar la vuelta al mundo navegando sola. Y a los 28, en la persona que más rápido hizo esa travesía, sin escalas y sin asistencia, en un trimarán (barco de tres cascos).

Desde ese primer paseo en barco con su tía, Ellen decidió ahorrar cada moneda que llegara a sus manos. Durante diez años, las fue acumulando en una caja en su cuarto. Pero como eso no alcanzaba, cuando llegó a secundaria, comenzó a guardar también el dinero que sus padres le daban para almorzar en el colegio.

"Empecé un régimen que duró hasta que me gradué", confesó Ellen en Taking on the World (Desafiando al mundo), una autobiografía publicada en 2002, que lleva dos millones y medio de ejemplares vendidos y fue traducida a siete idiomas. "Tomaba un par de rodajas de pan y un tomate o una banana cuando salía de casa a la mañana -explicó-, y juntaba manzanas, ciruelas o peras del jardín, en el camino hacia la parada de autobús".



Mientras ahorraba, Ellen también invertía horas en hojear revistas de navegación, escribir cartas para pedir catálogos sobre barcos y leer libros sobre el tema. "Me encantaba el espíritu de aventura que obtenía de esos libros -recordó- y soñaba con navegar en un lago hasta una isla secreta que hubiera sido olvidada."

Siguió navegando con su tía, una semana cada verano, y aún tiene presente lo que sintió el primer día que lo hizo sola: "Una mezcla de libertad, responsabilidad y respeto por el agua".
Otra profunda marca dejó en su carácter la semana de entrenamiento a la que asistió cuando tenía nueve años: el primer día su velero se dio la vuelta 11 veces y llegó última o penúltima en la mayoría de las carreras. "Durante mi regreso a casa decidí que no dejaría que eso volviera a ocurrir. No volvería a quedar última, costara lo que costara", recordó.

Cuando Ellen tenía 12 años, su abuela Irene decidió que se había ganado su propio barco y le regaló las 300 libras (unos 353 euros) que le faltaban para comprarlo.

Su abuela continuaría apoyando a Ellen aun después de su muerte. Con las 5000 libras (unos 5892 euros) que le dejó en su testamento pudo pagar la inscripción a su primera gran competición, la Route du Rhum, que en 1998 le abriría las puertas para desarrollar su carrera profesional.

Sus colegas reconocen que, por ser joven y mujer, a Ellen le fue difícil conseguir patrocinadores. Cuando era apenas una adolescente y se preparaba para navegar alrededor del Reino Unido -lo que logró a los 18 años-, llegó a enviar 2500 cartas pidiendo apoyo. Sólo obtuvo dos respuestas.

La recompensa a tanto esfuerzo no tardaría en llegar, como lo demostró Ellen en su último diario de viaje: "Día 23: Pienso que debo ser la persona más afortunada en el mundo por estar aquí mirando, sintiendo, oliendo y tocando todo esto. Me siento viva, completa. Siento que no estoy lejos del fin del mundo. Estoy aislada, totalmente aislada, pero completamente libre".



Espíritu inquebrantable

Ellen Mac Arthur saltó a la fama en el 2001, cuando obtuvo el segundo lugar en la carrera Vendée Globe. A pesar de que le habían recomendado no competir con los hombres, la inglesa se animó a correr esta regata alrededor del mundo que se realiza cada cuatro años, en solitario, sin escalas y sin asistencia. Allí batió tres récords: fue la primera mujer en liderar la carrera, la navegante más joven en terminar la prueba y la mujer que más rápido dio la vuelta al mundo. Pero ella quería ir por más. Entonces, empezó a prepararse para romper el récord de 72 días, 22 horas, 54 minutos y 22 segundos, que el francés Francis Joyon había logrado el 3 de febrero del 2004.

“Nunca estuve sola. Siempre sentí la compañía de mucha gente que estaba conmigo, aunque solo fuera en mi mente”.

Su único equipaje fueron grandes raciones de comida congelada y agua dulce. Su trimarán de fibra de carbono de 22,86 metros de eslora, más de ocho toneladas de peso y una superficie de 23 metros cuadros, preparado para la gran aventura fue su única morada durante poco más de dos meses. Sobre él, soportó vientos de más de 100 kilómetros por hora, olas gigantescas, quemaduras, moretones y un cansancio sin igual. Durmió un promedio de 30 minutos seguidos, y un total de cuatro horas por día. Para poder lograrlo Ellen entrenó con un experto mundial en estrategias de sueño para navegantes. El doctor Claudio Stampi estudió sus patrones de sueño y juntos trabajaron para lograr un mejor rendimiento. Ya en alta mar, desde la sala de comunicaciones del barco, estaba en constante contacto con meteorólogos y con su equipo, para decidir la mejor ruta a tomar. La radio la mantenía en contacto con el mundo, todo lo demás era el ruido del mar, el viento y agua golpeando el casco del barco. Días y días en el medio de la nada, al borde de la soledad más profunda.



Se organizó para que el verano la encontrara en el sur. Llegó al Cabo de Hornos antes de lo previsto pero una brutal tormenta la obligó a entrar en el Atlántico con un día de retraso. Sin embargo, pudo recuperar la ventaja gracias a sus conocimientos de navegación. Ya de camino a casa, una calma chicha a la altura de las Azores, volvió a complicarla, pero finalmente pudo completar los casi 42.000 kilómetros hasta la meta.

En el ínterin, sufrió la rotura de una vela, quemaduras, golpes, moretones y episodios con ballenas dignos de una novela de Julio Verne. “Me siento absolutamente agotada pero estoy feliz de estar aquí. Fue un viaje increíble tanto física como mentalmente. No puedo creerlo, realmente no puedo creer no haberme hundido” –fueron sus primeras palabras al llegar a Inglaterra.

La mismísima reina Isabel, se olvidó por un momento de las intrigas palaciegas para nombrar a Ellen "Dama del Imperio Británico" en reconocimiento a su récord de navegación.






5 comentarios:

Juan Pedro Hernández de León dijo...

No me extraña que hayas hablado de ella en tu blog!! Impresionante la vida y hazañas de esta mujer.

Un saludo.
Juan

Suso dijo...

El texto... de un tirón. Los videos los reservo para mejor ocasión, para que no se acabe tan pronto el caramelo.
Espero que sigas contando historias como éstas... porque tú mismo lo has dicho... el "medio" no importa, es lo de menos.
Recuerdo que de muy pequeño marqué sobre un atlas de aquella época una ruta marítima que enlazaba Finisterre e Islandia.
Todo se quedó en una línea continua... estudios, trabajo, familia...
Me conformo también con una traza discontinua.
Una gran persona, más que con huevos, con grandes valores.
Desde niña luchando para hacer realidad grandes sueños... y, supongo, renunciando a más cosas que un simple almuerzo.
No te cortes y sigue contando historias de otros nómadas.

Livan dijo...

Gracias Juan Pedro. Se merecía una mención esta gran mujer.......y al menos se la ve corriendo en una cinta en uno de los videos, je je, así que no está del todo fuera de lugar en este blog.

Suso, sabía que te gustaría la historia de esta chica. No lo dudes, seguiré hablando de cada nómada que merezca la pena.

Un saludo.

javier dijo...

Siempre son interesantes tus entradas.
Veo el tipo de literatura que te gusta y te propongo un par de títulos que puede que no conozcas.
"Allí, el día dura un año" A.E. Maxwell [seud. colect. de Ann y Evan e Ivar Ruud
Ivar Rudd es el protagonista que narra su historia y el matrimonio Maxwell le ayudan con la "literatura"
"En el país de la muerte blanca" de Valerian Albanov
Una historia sobre exploraciones y tesón.

Livan dijo...

Gracias Javier, no he leido ninguno de los dos.