viernes, 10 de agosto de 2012

El día que no quise correr.


Tumbado en el sofá, el calor y la humedad me mantienen postrado, sin apenas fuerzas para incorporarme. Miro hacía el exterior, la tarde es gris, calurosamente gótica, como si un cielo invernal visitara esta tarde de Agosto. Es el hechizo del Levante en mi ciudad, da igual que el termómetro marque 35ºC, de repente la niebla hace desaparecer las calles como en Silent Hill; el sol se va......pero el calor se queda.

Llevo dos días sin salir a correr, si no salgo hoy serán tres, y tres es como decir "la eternidad", tres días es la barrera que le hace a uno sentirse mal, tres es igual a remordimientos, tres es un martillo en la conciencia...........con lo que se me viene encima, a tres semanas de una prueba tan dura en el extranjero.
Sudo y pienso, dudo una vez mas. Se que no me apetece, quisiera seguir tumbado, busco excusas por doquier........pero un señor pequeño, igualito a mi, sentado en mi hombro, no me deja de acosar: "tienes que salir a correr, tienes que salir a correr.......".

Trato de incorporarme, tiro de las piernas, me ayudo con los brazos, me siento como cientos de esclavos tirando de palancas para aupar un bloque de piedra de una pirámide egipcia. Deambulo por el pasillo, sin energía, arrastrando los pies, en busca de las zapatillas de trail.
Vuelvo a mirar la calle por la ventana, y vuelvo a resoplar, no tengo "ganitas de na". Me iré a la sierra, en plan tranquilo, a hacer lo mínimo para justificarme conmigo mismo, y volver prontito a casa............a la ducha y el sillón.

Arranco a correr despacito. Vencer "el pico de arranque" es lo peor, el paso de parado a "en marcha" demanda mas energía de lo habitual. Después la inercia ayuda un poco, el mecanismo se hace circular y repetitivo, no hace falta tomar conciencia del gesto.........hasta que el sendero se torna subida.
Lo peor que te puedes encontrar ,"El día que no quisiste correr", es un perro sin dueño....o una cuesta con nombre. Porque en todos los pueblos, sierras, montes, parques naturales, y afueras de ciudad, hay una cuesta, y la muy perra tiene nombre.
Una cuesta sin nombre no es una cuesta, es un camino que tiende a subir, pero que nadie echa en cuenta, al menos no lo suficiente como para bautizarla con un nombre.
Pero amigo, si la cuesta tiene nombre, ya te puedes preparar.

Subo dando pequeños saltitos sobre las puntas de mis pies, cientos de zancadas diminutas, como una ráfaga de pequeños pasitos que me hacen ir subiendo sin acusar el esfuerzo, al menos no lo suficiente como para empezar a pensar en parar.
Corro sin camiseta, con mi botella de mano, empapado por el sudor y la densa niebla, y decenas de diminutas mosquitas quedan atrapadas en mi piel, como aplastadas en un muro, con sus alas mojadas, soldadas a mi cara, mis brazos, mi pecho, por efecto de la tremenda humedad.
La dueña del nombre se acaba, y el sendero se torna horizontal, ondulado en algunos tramos, y comienza a zigzaguear. Mi ritmo aumenta, y comienzo a..........a.............disfrutar!!
¿Como?, ¿disfrutar? toc toc, ¿quien es? : -¿no es usted el hombre que yacía en un sofá?
Como si de un fenómeno paranormal se tratara, me veo fuera de mi cuerpo, corriendo sin querer parar, sin cansarme, sin querer pensar en nada, casi desnudo en medio de la niebla. La hierba alta, húmeda, se desliza por mis piernas al pasar, es como si fuera lo único que consigo notar, nada mas perturba este momento casi espiritual.
Y así seguí largo rato, sin conciencia del tiempo, ni de la distancia, y a decir verdad no se cuando terminó.
Llegué a casa, sin recordar como, con una sonrisa de pirado, cuasi fumado, cubierto de mosquitas en su lecho de muerte, totalmente empapado........ saliendo del éxtasis, poco a poco regresando a la realidad.

No quiero asustar a nadie, pero esta historia es real, de hace apenas unos días, justo de ese raro día en que no quise correr. Así que, si sentís alguna vez que se acerca ese tercer día sin salir a correr, ya sabéis lo que os puede pasar.

4 comentarios:

Paco Escalante dijo...

Brutal!!!

Muchas gracias!

Javier G. Martín dijo...

Mas de uno te comprendera y entendera esta historia/entrada. Y raro sera el que no haya vivido una situacion parecida. Ese tercer dia uffff es la linea limite luego cualquiera soporta a la conciencia con lo machacona que es. Un abrazo compañero y enhorabuena por ese entreno.

Daniel dijo...

Alucinante Livan, si, pone un poquito los pelos de punta. A ver si algún día experimento yo algo así ( y sin dar positivo en un control antidoping).
Saludos.


Livan dijo...

Gracias Paco, Javier y Daniel, por pasar por el blog y por dejar vuestros comentarios, es mi manera de saber que escribir cada semana tiene sentido.

Un abrazo.