Vivir en
tiempos oscuros desgasta el alma. Encarcelados en el propio hogar, acechados
por las nuevas pestes, trasladados al medievo del día a la noche. Mirar por la
ventana y empatizar con el pájaro enjaulado. Miras las montañas y la angustia
te ahoga. Tienes prohibido salir.
Cuando la
casa es cárcel te vuelves presidiario y el carácter se torna gris. Vacunas,
mascarillas, miedos, guerras. Ahora valoras la libertad de manera diferente.
Cuantas veces no saliste cuando podías salir. Cuantos senderos añoran tus
pisadas.
La nueva
normalidad la llaman. Una seudo libertad azotada por crisis que tú tienes que
pagar. Te robaron tu tiempo y ahora te roban tu dinero. Nada aprendimos de los
días de balcones y video llamadas. No hemos salido reforzados. Seguimos siendo
seres mezquinos y desconfiados. Seguimos siendo presos en casas por propia
voluntad.
Hace ya unos
años que abandoné la escritura. Uno no escribe si no tiene nada que contar. Llené
mi mochila de cuerdas y mosquetones y me dediqué a escalar. El nómada ocasional
de las grandes travesías quedo aparcado…….al menos temporalmente.
Escalar es
una danza de equilibrios y fuerzas. Un juego de miedos y valores. Un acorde de
guitarra que te obliga a posicionar el cuerpo de la única manera posible que te
haga sonar bien y no caer. Una partida de ajedrez que has de afrontar con
humildad, porque nunca tienes la certeza de que vayas a ganar. Una prueba de
confianza plena en quien está al otro lado de tu cuerda, aquel en cuyas manos
has dejado tu integridad e incluso tu vida. Subir por donde se supone que no se
puede. Una arrogancia que a veces se paga. Unas las paga el orgullo, otras las
paga el dolor.
La plegaria
de un hombre roto. Una letanía repetida en mi interior “que todo vuelva a ser
como era”, clamando a cualquier fuerza que me pueda escuchar. Que todo vuelva a
ser. Y luchando porque sea.
Y entre
medias, correr. Correr por el medio donde uno se siente feliz: las montañas.
Jamás he dejado de hacerlo, salvo cuando nos privaron de libertad. Llegué a
correr en el sitio, frente al espejo de aquella habitación, con la mente
perdida entre montañas.
Correr ¿Qué tendrá
esta mierda que no consigues dejarlo? Para cuando llevas unos días sin correr,
te sorprendes corriendo en tu sueño, atravesando las calles de un pequeño
pueblo de Italia (o al menos eso crees) y encarando la subida del impresionante
collado que aparece frente a ti, entre medio de dos cimas nevadas. Al despertar
te persigue el recuerdo de esa escena. Al atardecer de ese día, sales a correr.
Lesionado y
privado de escalar, he llegado a correr dos días seguidos en la cinta del gimnasio
del hotel, estando de vacaciones. Para colmo, ni la noche ni la lluvia, me
impiden hacerlo y cada semana veo como me atrapa la noche correteando por la
sierra……al menos un par de veces.
Que todo
vuelva a ser. Que nunca falten las ganas. Que siempre pueda decir "¿Qué tendrá
esta mierda que no consigo dejarlo?"
4 comentarios:
Escribir es bien. Quejarse un poco también.
Cuidarse,
s
Ser13gio, escribes como Yoda.
Un abrazo.
Q alegría volverte a leer y q sigas "Vivo", d vez en cuando cuando escribía sin pensar en nada en la barra de google y ponía nómada ocasional, siempre pensaba si estarías bien, estos 2 años atrás han dejado muchas cicatrices, q nos ha recordado q aquí estamos de prestado, ahora si e igual de noche no, así q a disfrutar de cada sendero, prau o monte, yo últimamente me pase al mar, terapia de agua fria siempre q puedo, así q a coger cada día q es lo mas importante con pasión y disfrute, un saludo y alegrándome q sigas a tope!!!
Gracias Manuel. Por suerte seguimos vivos y con ganas de seguir exprimiendo la vida. Un abrazo.
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