jueves, 2 de febrero de 2023

El noble arte del sufrimiento voluntario

 

Camino del trabajo, en mi coche, el reloj marca las 6:20h de la mañana. Es 1 de febrero y el termómetro del coche dice que estamos a 4 grados centígrados. Con esta temperatura, y la humedad de esta zona, tengo sensación de frio, a pesar de las tres capas de ropa que llevo puestas. El frio de aquí se te mete hasta los huesos, a no ser que estés con la vena de la frente hinchada subiendo un cortafuegos.

De nuevo vuelvo a ver a esa chica corriendo. A través de mi ventanilla empañada, y con el escaso alumbrado urbano, apenas parece la visión de un demente, más que una imagen real. Al pasar junto a ella con el coche, la luz de una triste farola, ayudada por el resplandor de los faros, me reafirman mi convicción de que es una imagen real y no un espectro creado por mi mente soñolienta.

Misma hora, misma indumentaria, a pesar del frio. Pelo recogido, auriculares grandes, como los de un disc-jockey de los 80, calzonas cortas de atletismo de toda la vida, camiseta holgada sin mangas y zapatillas de asfalto.



Fotos de la chica tomadas desde mi coche


Hace más de un año que la llevo viendo, al menos un par de veces a la semana, cuando voy camino al trabajo. No alcanzo a ver su rostro, ni conozco su propósito , pero tengo la certeza de que hoy no lo tiene que estar pasando muy bien.

El noble arte del sufrimiento voluntario, esa especie de masoquismo que nos arrastra a penar por cuenta propia y al descredito de los ajenos.

Por mi parte, no siento más que admiración por esta chica, pero estoy seguro de que alguna vecina comentará “Esa niñata está chalá” en el corrillo del bingo.

¿Qué nos empuja a la asfixia voluntaria de subir una colina con un resfriado mal curado? ¿Por qué usamos el razonamiento irracional del “o termino de reventar o de esta me lo curo”? ¿Por qué nos empeñamos en ponernos las cosas difíciles a nosotros mismos?

Sentir los latidos revolucionados del corazón en nuestro pecho, con esa punzada en las sienes y la saliva pastosa en la boca, debería ser fruto de la persecución de un oso pardo a tus espaldas, no del “paseo” matutino de la mañana del sábado con los colegas.

Podemos idealizar el arte del sufrimiento voluntario como una continua búsqueda de la mejora por parte del individuo. Elegir el peor camino como el camino (literalmente) para estimular al cuerpo y a la mente, y así activar los mecanismos de adaptación que desembocaran en la mejora del individuo. Eso si no te dejas los dientes en el camino y acabas tomando el filete con pajita.

¿Lo que no te mata te hace más fuerte? Puede que sí, o puede que te deje secuelas.

La continua exposición voluntaria al daño, a las inclemencias y al esfuerzo innecesario, puede crearnos una percepción distorsionada del entorno y de nosotros mismos, llegando a ver llano lo que no lo es , o bajo lo que en realidad está alto.  Fruto de esta distorsión nació “El Falsollano”. Cuenta la leyenda que un sufridor voluntario, empoderado por la percepción distorsionada de sí mismo, acuñó el término “falsollano”, asociando el término a pendientes reales, no falsas, que a ojos de este hijoputa eran levemente inclinadas. Desde ese día, hijoputas de todo el planeta, quedan contigo para correr y te guían poco a poco hacia una sucesión de “falsollanos” , para ver de reojo como resoplas, con una sonrisilla maléfica esbozando en su rostro.

Este acto de hijoputismo es altamente contagioso, provocando que tú mismo arrastres a “falsollanos” que has padecido a otras criaturas inocentes.


Reunión de hijoputas y falsollanistas al atardecer.


Reunión de hijoputas y falsollanistas  con nocturnidad y alevosía. 

 ¿Existe mayor gesto de sufrimiento voluntario que el de inscribirse en un ultratrail o en una prueba de ultrafondo de 24 horas? No y lo sabes.

Como siempre digo, desde hace casi dos décadas, correr ultramaratones es como comer picante, sabes que vas a acabar jodido, pero repites una y otra vez, hasta el punto de estar todo el día pensando en ello. Por suerte, en mi caso, he conseguido desengancharme (del picante aún no) , aunque tengo la certeza de que el día menos pensado acabaré recayendo, lamentablemente.

 A día de hoy, practico el arte del sufrimiento voluntario en un ámbito diferente, pero hubo una época en la que el espíritu kamikaze se había apoderado de mí, y no paraba de lanzarme en barrena a la cubierta de cualquier portaviones que apareciera en el horizonte de la ultradistancia.

El Hachimaki que llevaba en mi frente , me lo trajo de Japón un compañero de trabajo. La frase decía "Victoria Segura" y la eligió la mujer de mi compañero, que es japonesa. 


Si no te has metido un buff en la raja del culo para impedir que te rocen los cachetes, en algún lugar entre las montañas de Suiza, aún no has tocado techo en el arte del sufrimiento voluntario. Seguro que te encuentras en esa etapa en la que cuelgas cualquier foto de tus pies destrozados, tus piernas arañadas o tu cara partida, todo con orgullo y satisfacción. Pero lo de los cachetes en carne viva está en otro nivel. Pero tranquilo, todo llegará, hazme caso.


Presumiendo el día después de la Pedrusco Trail

Marathon Des Sables 2009 terminada

Scottish Ultra 2010. Pies, hijoputa y falsollanistas en la niebla

¿Has colgado alguna vez en Wikiloc un ruta mala y perra , con trepadas salvajes y pinchos por doquier, y has puesto en la pestaña “Dificultad Técnica” la palabra “Fácil”?¿No?  Yo si, pero no voy a decir en cual, para que siga picando algún incauto.

¿Has escondido unas latas de cerveza entre las piedras de un cresteo, de vegetación cerrada y frecuentado por víboras, y has publicado las coordenadas para que alguien se anime a encontrarlas?¿No? Pues yo si, pero que conste de dejé también una lata de aceitunas como aperitivo y una 0,0 para atraer a esas criaturas que las beben. A día de hoy no me consta que nadie las haya encontrado (o eso, o no sobrevivió para reportarlo). Dejo por aquí la foto con las coordenadas por si alguno se anima.

Ánimo chavales!!

Y bueno, que estamos a primeros de año, y es el momento de diseñar tu calendario. De ti depende que parezca la cabalgata del orgullo gay, o una verdadera carnicería a la altura de pocos hijoputas falsollanistas practicantes del noble arte del sufrimiento voluntario.


Un saludo.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que no quiero caer en el peloteo,pero me parece que el parón de escribir te ha sentado muy bien y la verdad ha merecido la pena la espera.
A sus pies poeta de las torretas....(by Cristina)

Anónimo dijo...

Nunca olvides que entre tus conocidos hay mas ioputas que botellines en los bares....

Livan dijo...

Gracias Cris. Ya sabes bruja, no hay que forzar, las cosas llegan y se van cuando tienen que hacerlo.
Un beso.

Livan dijo...

Ey, anónimo (o Manué), conocidos tengo muchos, amigos pocos, pero estos últimos son todos mu ioputas......y de bares y botellines entienden tela....

luis dijo...

Ah, ¡sigues en la brecha! Me alegro. Un abrazo de un perro viejo

Livan dijo...

Luis, no leas mierdas y vete a un bar. Un abrazo.