viernes, 24 de febrero de 2023

Ylva la salvaje

 


Ylva nació un jueves de niebla. Su llanto se mezclo con el aullido de los lobos. Máni, la Luna nórdica, quiso verla nacer, y aunque ya había amanecido hacía rato, permaneció en el cielo durante su primer día de vida. Silje, su madre, era una mujer fuerte. Salía sola a cazar al bosque, incluso el día antes de dar a luz a Ylva.  Su padre, Einar, la vio nacer mientras avivaba el fuego. Nada tuvo que hacer. Silje no necesito palabras ni manos que agarrar. Le bastó respirar profundo y emitir  un par de bufidos.

Ylva fue una niña feliz. Se crio entre juegos ,con los niños del poblado, y correteando junto a Haakon, un perro de raza buhund que su padre encontró en el bosque cuando solo era un cachorro.

Ylva y Haakon dormían juntos, arropados bajo una piel de alce. Al amanecer corrían juntos entre los abedules del bosque y subían a la cima del monte a despedir a la Luna.





Ylva vivía enamorada. A veces de un chico, a veces de una estrella, a veces no sabía de qué, pero musitaba una canción y se sentía enamorada.......quizás del viento.

Cuando Haakon murío , Ylva lloró tres lunas. Era ya una jovencita, pero Einar, su padre, le regaló otro cachorro y le puso de nombre Sigurd , que significa "guardián".

Silje la enseñó a cazar. Cubría su cabello dorado para que el Sol no lo hiciera brillar en el bosque y  delatara su posición a la presa. Sigurd se quedaba inmóvil , oculto entre helechos , mientras Ylva se desplazaba sigilosamente entre los arboles. Al tensar el arco, Sigurd levantaba las orejas y olisqueaba el aire, presintiendo que Ylva tenía una presa a tiro. El tañido del arco rompía el silencio y Sigurd arrancaba a correr hacía la presa herida.



Ylva no quiso atar su vida a la de un hombre. Sabía que vivir enamorada solo le traería problemas. A veces se enamoraba de un hombre a la mañana y al caer la tarde se enamoraba del atardecer y olvidaba al hombre. En un mismo día, se podía enamorar de un joven, de la voz del herrero y de los ojos de Niels, un señor casado y amigo de Einar desde la niñez. Al salir la Luna , ese mismo día, se sentaba a contemplarla, musitaba su canción, y el viento se llevaba el amor de los tres y le dejaba el de la Luna. 

Junto a Sigurd se marcho a conocer otras tierras durante tres años. Cargó tan solo con lo esencial: su arco, una piel de alce y un cuchillo. 

Conoció montañas y vivió en una cueva durante unos meses. Como cuando era una niña, corría al amanecer montaña arriba para despedir a la Luna. Luego bajaba a ver el arcoíris que formaba el Sol en la cascada. En verano, se bañaba desnuda y se secaba al Sol sobre el musgo seco de las rocas. 


Siempre que llegaba a un poblado, Ylva sonreía a la gente y Sigurd jugaba con los niños. Siempre había alguna señora que la invitaba a quedarse bajo su techo. Por la noche, charlaban junto al fuego y la señora escuchaba sus historias, añorando haber vivido salvaje como Ylva. 

A los tres años regresó a casa. Permaneció una semana junto a sus padres y se volvió a marchar. Vivió en otros bosques, corrió en otras montañas para despedir a la Luna al amanecer y se enamoró de otros rostros. Luego los olvidó y se enamoró de otro atardecer. 

1 comentario:

Anónimo dijo...
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